Todo en esta vida se realiza a través de una motivación, cuando uno consigue despertar desde el interior esa fuerza motriz, ella consigue iniciar, impulsar y activar al ser humano en la búsqueda del cambio. Ahí surge la puerta de entrada a la sanidad interior.
La clave no es cómo ser más felices, cómo llegar a conseguir nuestro propósitos, sino si estamos dispuestos a hacer lo necesario para lograrlo. Hablamos de una decisión, de una actitud, de una resolución que arranca de una motivación que nos empuja a conseguir nuestros deseos. Necesitamos esa fuerza que nos saque de la zona de abatimiento, fracaso, desesperanza, y que la final se convierte en una extraña zona de confort. A veces, es la propia vida la que nos sacude e inicia en el camino, pero otras veces es a través de algo que escuchamos, leemos, algo que nos inspira y sino, en último caso, algo nace o se despierta dentro. Y ahí, solo ahí, puedes dar el paso.
La disposición previa a cualquier circunstancia determina como respondemos a ella. Hay zonas en el cerebro que se activan cuando estamos motivados, de manera espectacular y estimulan la capacidad de respuesta y resolución de problemas.
Si la decisión está basada únicamente en motivaciones externas (gratificaciones o premios) acabamos convirtiéndonos en personas e individuos egoístas, que se mueven por el placer, por el dinero, la ambición o la recompensa. La buena motivación es la interna. Posee deseos de cambio, ganas de luchar y hacer las cosas bien, con responsabilidad y criterio. Lo deseable de la motivación interna es que se sustente en algo grande y trascendente. Bueno para uno mismo, bueno para los demás y bueno para la sociedad.
Cuando uno da el primer paso, esa motivación está asociada a la alegría y a la energía, pero a la larga se puede perder el entusiasmo por querer conseguir todo en un primer impulso. Es mejor empezar más despacio, de forma más serena.
PODEMOS USAR CIERTAS HERRAMIENTAS PARA MANTENER LA MOTIVACIÓN:
- LA IMAGINACIÓN
- LA CONSTANCIA
- EL OPTIMISMO
La imaginación es la hermana rebelde del pensamiento. Cuando es domada, controlada y reconducida, puede ser una gran aliada. Imaginar hechos futuros puede ayudarnos a poner en marcha la motivación.
Para que la motivación persista y el objetivo a alcanzar puede ser más asequible se requiere un gran esfuerzo y perseverancia, entonces necesitamos la constancia.
La constancia es difícil lograrla si no dominamos la voz interior. ¡Que tu dialogo interior sirva para apoyarte, reforzarte y no para hundirte! Cuidado con el auto engaño que nos lleva a fracasar antes de haber empezado. La constancia es la suma de pequeñas decisiones, pequeños triunfos diarios. Ser consciente de El valor de las cosas pequeñas proporciona alcances extraordinarios.
Esas decisiones son más sencillas de tomar cuando se tienen claras las metas en la vida. Hay que fijarse metas-a largo plazo- pero objetivos-a corto-.
Finalmente el optimismo.
Optimismo, ilusión y motivación van unidos de la mano.
Cualquier situación puede verse en clave de problema o en clave de desafío. Todo se encuentra en el filtro con el que decidimos observar la realidad. La actitud que mantenemos ante la vida. Por ejemplo, necesitamos cambiar el lenguaje, usar palabras que evoquen emociones, pensamientos y recuerdos positivos, proclamar victoria. Palabras que llamen a la ilusión, que despierten el alma. El discurso plagado de críticas, palabras duras o agresivas, pensamientos de derrota, de fracaso no conducen a la autolimitación y nos atan las manos y la mente.
No hay que olvidar que trabajar con pasión, motivación e ilusión eleva a la persona y consigue de ella grandes logros. Por supuesto, existe el sufrimiento, el conflicto, la enfermedad, la muerte… y en esos casos, encontrar la motivación y la fuerza para salir es imprescindible, la clave reside en cómo uno se enfrenta a ello.